martes, 30 de diciembre de 2008

SILENCIO CORAZON


Silencio, guarda silencio corazón. No latas, no gimas, no grites. Calla, enmudece. Cierra las puertas, atraviesa los travesaños, echa cerrojos y colocan candados a las cadenas que las envuelven. No hables, no sientas, no pronuncies en tu latir el sonido de su nombre.

Cierra los ojos corazón, no llores. Aprieta fuerte los dientes y sigue tu caminar sin mirar atrás sin pensar en lo que fue o lo que pudo ser, Avanza en tu sendero mirando al frente, aunque la luz del sol te ciegue.

Se valiente, corazón, atraviesa los bosques espesos entre la noche sin temor a los fantasmas. Pelea, corazón, con todas las fuerzas que te queden y no te rindas nunca,

Calla, pelea, lucha, no temas el pasado ni el porvenir, muerdote los labios, corazón, hasta que sangren si es necesario, aprieta los puños y avanza, pero deja de sentir, deja de sufrir. Corazón, deja de amar.

martes, 16 de diciembre de 2008

LUNARIO I



Quedan lunas para amarte al borde del acantilado…….

Escuchando como rompen las olas contra mi corazón, envuelto en su espuma blanca, mirando el horizonte, sin timón ni timonel porque me abandonaron tus ojos y ya solo me queda el resplandor de la luna que guíe mi camino. Mirando al vacío de las rocas que me invitan a saltar, que me invitan a quedarme colgada de tus recuerdos.

Quedan lunas para beber la lluvia de estos cristales...

La lluvia de una tarde de abril donde mi esperanza desespera porque hace tiempo que no te encuentra y sabe que no te va a encontrar. La lluvia que cae por mis mejillas pegadas al cristal de la ventana desde la que contemplo el plomizo cielo que me atenaza el alma.


Y lunas de noches nacidas para añorarte...

De esas noches que te espero y tú no llegas, como esta. De esas noches en las que solo tu foto me acompaña, en las que miro al cielo y no te veo, en las que desespera mi esperanza

¿DESPEDIDA Y CIERRE?

Todo tiene un principio y un final. A veces el final llega precipitadamente, sin esperarlo, sin avisar…. Quizás no el momento mas adecuado, pero sin duda en el que tiene que llegar. No creo en casualidades, si en causalidades, en que todo pasa por algo, en que nada sucede por azar.

A veces me sorprendo a mi misma, me sorprende mi manera de sentir las cosas, o más bien de no sentirlas en el momento, pero después, cuando suceden siento un gran alivio o un terrible dolor, entonces es donde me doy cuenta de lo que realmente me importaba, aunque en el momento no supiera verlo.

La vida se me escapa a borbotones, se me escurre entre los dedos, soy consciente y no hago nada por evitarlo. En realidad no se que tengo que hacer para evitarlo. Me ilusionan pequeñas cosas, y pequeñas cosas me causan también una terrible decepción. Me entusiasmo con el nacimiento de una flor, pero si la flor se marchita, ya no quiero volver a ver más flores. Pienso muchas veces que mi tolerancia a la frustración es cero, otras creo que tengo una gran capacidad de sufrimiento y que me amoldo fácilmente a las cosas… La mayor parte del tiempo, estoy hecha un lío.

Quien me rompe, también me recompone. Lo que me da la vida, me roba el alma. Quizás no sea tan malo viajar por la vida solo con arena y fe en los bolsillos. Arena de cada lugar al que he ido, de cada sitio que he visitado, de la gente que he conocido. Fe para saber que puedo llegar donde quiera y conseguir lo que me proponga, para creer sin ver.

Me gusta este blog, me gusta mucho, y dice mucho. Quizás el visitante que entre por primera vez, o quien sea asiduo, pero no me conozca, no vera mas que palabras e imágenes sobre fondo negro, pero este blog cuenta una historia, mi historia. En este blog se han dicho muchas cosas, se han clavado muchas espinas, se han deshojado muchas rosas. Ha sido el recipiente que ha contenido muchas de mis lágrimas, y también alguna que otra sonrisa. Ha contado también la historia de otras personas, de personas que han sido y son muy importantes para mí, tsusima, Extremoduro, Sayyid …. cada cual a su modo, cada uno con su motivo.

Aunque empecé escribiendo esto porque tenia la intención de cerrar el blog, ahora me doy cuenta de que no puedo hacerlo, porque no es mi blog, es nuestro blog, y porque repasándole me doy cuenta de cómo he ido evolucionando en mi vida en muy pocos meses. De cómo empecé en esta empresa sola, de cómo mis amigos me apoyaron, y de cómo ahora comparto el blog con ellos. Me gusta este blog, me gusta mucho, y como todas las cosas que me gustan, no voy a renunciar a él.

EL REENCUENTRO



Hacia tiempo que no nos veíamos, años, bastantes años, y habíamos vuelto a coincidir de una manera casual no hacia tanto. Volvernos a encontrar después de los años supuso una agradable sorpresa para ambos. El tiempo había pasado y eso se notaba en nuestros rostros y también en nuestras almas.

- Quedemos un día – me dijo – y rememoremos el pasado. Brindemos por el. Nos lo merecemos.
- Puede ser – conteste recordando aquellos momentos que habíamos pasado juntos.

No puedo decir que esa etapa fuera la más feliz de mi vida, pero tampoco fue una de las más duras. Hubo de todo. Penas y alegrías, momentos de felicidad y de tristeza. Confianzas y traiciones. De todo.

Intercambiamos nuestros números de teléfono para seguir en contacto. Yo no estaba segura de querer volver a verle, pero tampoco lo estaba de no querer hacerlo. Deje que pasara el tiempo, sin tomar ninguna decisión al respecto. Al principio, los primeros días, miraba los números de su teléfono apuntados en un papel y no sabia que hacer. Después el tiempo volvió a pasar y yo olvide ese papel en el fondo de algún bolso y lo olvide a él como ya había hecho antes.

Transcurrieron un par de meses, tres quizás. El suave invierno dio paso a una primavera lluviosa y fría que no invitaba al disfrute propio de esa época del año. Una de esas tardes de lluvia yo estaba en casa, mirando por la ventana, con la mirada perdida y la mente volando hacia cualquier sitio que me hiciera escapar por unos momentos de mi vida. El sonido de la lluvia era tranquilizador.

La música del móvil me saco de mi estado de ensoñación. Lo descolgué sin mirar siquiera quien me llamaba.

- ¿Si? ¿Dígame? – conteste caminando de nuevo hacia la ventana.
- Hola – Una voz de hombre, profunda y dulce, me saludaba al otro lado
- Hola – Ya había identificado a mi interlocutor. Seguí mirando por la ventana
- ¿Estas ocupada?

Callé por unos instantes ¿estaba ocupada? Miraba como caía la lluvia, era una ocupación, pero él no se refería a eso

- No – dije al fin
- Pensé…. – dudo un momento – Pensé que tal vez te apetecería….. – volvió a dudar – bueno, que me gustaría que nos viéramos.
- Está bien – le dije - ¿te parece bien este fin de semana?
- Si – note su voz más relajada que antes - ¿vienes o prefieres que vaya?
- No, prefiero ir yo, así salgo de aquí –
- ¿Cuándo vienes entonces? - preguntó
- El viernes por la tarde ¿te parece bien? Podríamos quedar el sábado para comer si quieres – Mi cabeza había planificado todo eso en décimas de segundo
- ¿Para que esperar al sábado? Podemos quedar el viernes, yo salgo de trabajar a las cinco y media ¿te parece que quedemos a las seis o seis y media en algún lugar?
- Esta bien – respondí – Dime donde
- Hay un pub, es un sitio tranquilo, donde preparan unos cafés estupendos. ¿Sabes donde esta la Puerta de Zamora? –
- No – dije – pero dame la dirección y ya lo buscaré –

Anote la dirección del pub y nos despedimos quedando en encontrarnos ese mismo viernes.

Cuando salí de trabajar ese viernes pase por casa, comí, prepare una pequeña maleta con algunas cosas, no demasiadas, solo iba a estar dos días, me monte en el coche y me encamine a Salamanca. Recorrí el trayecto con tranquilidad, acompañada por la música que emergía del casete del coche, Salamanca estaba tan solo a una hora y poco de camino de mi ciudad.

Llegue y busqué la calle donde se encontraba el pub en el que habíamos quedado. No tuve mucha dificultad, me resulto más difícil encontrar aparcamiento, pero una vez conseguido, baje del coche y me encamine al lugar de encuentro.

Abrí la puerta y mire en el interior. Me quite las gafas de sol. Le vi al fondo del local, sentado en una mesa un poco apartada. Me hizo una seña y me dirigí hacia él. Se levanto y nos saludamos dándonos dos besos en las mejillas. Acerco una silla a su lado y me invito a sentarme. El camarero se acerco a nuestra mesa. Le pregunte que estaba tomando y pedí lo mismo, guiada por su recomendación, un capuccino. Nos miramos, nos sonreímos y comenzamos una charla intrascendente sobre mi viaje y el tiempo en lo que el camarero llegaba con mi café.

Notaba una sensación extraña, una mezcla de sentimientos, cada vez que le miraba. De repente, al verle, al notarle tan cerca, me había puesto nerviosa ¿por qué? Intente controlarlo, o al menos disimularlo, para evitar que él lo notase. Le miraba mientras hablaba. Miraba sus ojos, su boca, sus manos….. El camarero llegó con mi café. Me alivio tener algo en lo que centrar mi atención además de en él. Comencé a moverle con la cucharilla, lo tome entre las manos, lo acerqué a mi boca y bebí un pequeño sorbo para tantear su temperatura. Volví a dejar la taza sobre el plato a la vez que note uno de sus dedos en mi nariz. Lo mire sorprendida a tiempo de ver como se introducía el dedo en la boca y lo lamía.

- Se te había quedado un poco de crema en la nariz – me dijo taladrándome con su mirada

Note como un escalofrió recorría mi espalda. Montones de imágenes del pasado se agolparon en mi mente. Tal vez no hubiera cambiado tanto, a pesar de haber entrado en una madurez que lo hacia muy atractivo. Moví las manos encima de la mesa, distraídamente, provocando un roce fortuito con la suyas. Seguía mirándome, ahora sonreía divertido.

- Estas preciosa – dijo rompiendo el silencio – parece que no ha pasado el tiempo por ti. Estas igual que hace diez años.
- Hace diez años yo era demasiado joven e inexperta – respondí
- Hace diez años las cosas no habrían podido ser de otro modo. Pero sigo diciendo que estas preciosa – Y acerco una mano a mi cuello acariciándolo suavemente.

Le mire directamente a los ojos y vi fuego en ellos, destellos de chispas que salían de sus pupilas. Conocía esa mirada, la había visto muchas veces ya, sabía lo que venia después. Se levanto de la silla mirándome fijamente, y sin apartar sus ojos de mí se dirigió hacia los baños. Entendí perfectamente lo que quería, pero ¿Qué quería yo? Había llegado hasta allí sin querer pensar en las consecuencias de nuestro encuentro, sin querer plantearme nada, sin pensar demasiado en el pasado ni tener en cuenta el presente.

El había desaparecido por el pasillo que conducía a los servicios y yo no me había movido de la mesa. El esperaba que lo siguiera, me lo habían dicho sus ojos. Una mezcla de sensaciones se apodero de mi: nervios, miedo, deseo………. ¿Deseo? Volví a notar en mi cuerpo sensaciones que hacia mucho no sentía. Deseo, esa clase de deseo que te hace perder la cabeza en brazos de un hombre, que te vuelve loca, que te domina hasta la extenuación.

Me levante de la mesa y seguí sus pasos. No sabia exactamente donde se había metido. Probé primero con el baño de caballeros. Abrí la puerta despacio y me asome. No vi a nadie. Antes de que pudiera darme cuenta una mano me agarró por el brazo y tiro de mí hacia dentro del baño. De pronto me encontré frente a frente con él, que me agarraba con un brazo por la cintura, mientras que con la otra mano cerraba bruscamente la puerta y la aseguraba con el cerrojo. Nuestras bocas estaban muy cerca. Me besó y empezó a empujarme hasta que mi espalda topo con la pared. Se apretó fuertemente contra mi y me susurro al oído “Ya no tienes escapatoria” No la quería, no quería escapar después de haber sentido de nuevo sus besos.

Comenzó a recorrer mi cuerpo con sus manos por encima de mi ropa a la vez que me besaba, no daba tregua, parecía que todo era poco para sus manos. Yo me agarraba a su espalda y me dejaba hacer. Note sus manos en mis pechos, apretándolos, su boca bajando por mi cuello, lamiendo mi oreja. Apoye mi cabeza contra la pared, arqueando la espalda, ofreciéndole el cuello que el besaba con una desatada pasión mientras sus manos seguían recorriendo centímetro a centímetro mi cuerpo. Nos estábamos convirtiendo en dos animales sexuales, dos fieras enjauladas en el deseo. Su boca se acerco a mi oreja y me susurro, con una suavidad que contrastaba con la dureza de sus palabras “voy a follarte”. La seguridad que el delataba y sus palabras hicieron que me excitara aun mas.

Se separo un poco de mi y me abrió la blusa arrancando todos los botones del tirón, me subió el sujetador y comenzó a besarme los pechos con ansia mientras sus manos subían y bajaban por mis muslos y se detenían entre mis piernas. Apenas podía ahogar los jadeos que sus caricias me producían. Comencé a desabrocharle la camisa y los pantalones. El tiempo había sido muy generoso con su cuerpo. Si antes era atractivo ahora era tremendamente deseable. Introduje una mano dentro de su pantalón y comencé a acariciar su sexo que ya estaba duro, grande y poderoso.

- Mmmmmmmm Pensé que no lo ibas a hacer nunca – me dijo mirándome directamente a los ojos e introduciendo una de sus manos dentro de mi pantalón.

No podía hablar, no era capaz de pronunciar palabra. La cabeza me daba vueltas. Nos mirábamos directamente a los ojos mientras nuestras manos recorrían el sexo del otro y jadeábamos.

- Chúpamela – casi me ordeno

Y yo obedecí sin rechistar. Se coloco de espaldas a la pared se apoyo en ella y yo me arrodille ante él introduciéndome todo su sexo en la boca, saboreándolo, lamiendo con mi lengua todo el tronco, mordisqueando. Oía sus jadeos cada vez más fuertes y rápidos y mis labios se aceleraban sobre su sexo, apretándolo, lamiendo la punta con la lengua, succionando. Estaba a punto de llegar al orgasmo, conocía perfectamente sus jadeos y sus espasmos. El tiempo no es capaz de borrar ciertas huellas. Arremetí con más fuerza con mi boca hasta que note como un liquido viscoso y salado caía en mi lengua y a la vez que su cuerpo se contraía y se relajaba ante los espasmos del placer

Cerró los ojos respirando profundamente, agotada aun por lo que acababa de suceder. Limpie su sexo con mi boca, con mi lengua, impresionada porque su sexo no había perdido ni un ápice de su erección. Me incorpore hasta que estuve frente a él de nuevo. En ese momento el pareció volver a la realidad bruscamente. Me agarro por los hombros, me giro y me pego a la pared bajándome el pantalón. Su mano se hundió entre mis piernas, introduciendo un dedo en mi cavidad que comenzó a mover con fuerza. Yo me dejaba ir entre sus manos, respirando con fuerza, intentando contener jadeos y gemidos. Paro de pronto y se agacho a quitarme el pantalón. Saque los pies de los zapatos como pude para poder deshacerme del pantalón cuanto antes. Me tomo por debajo de los brazos, y me elevo un poco. Mis piernas se cruzaron en su cintura. Nuestros sexos quedaron juntos, rozándose. En esa posición avanzo hasta el lavabo. Allí me coloco sobre el borde, abrió mas mis piernas y empezó a masajearme el clítoris. Yo notaba su pene muy cerca de mi sexo. Sentía como mi cuerpo se hacia agua, empapando mi vagina. Se acerco a mi oreja y me dijo:

- Pídemelo. Pídeme lo que deseas –
- Follame – fue todo lo que mi boca pudo articular

Agarro su sexo, le coloco en la entrada de mi cueva y de un empujón firme y preciso me penetro de golpe. Sus embestidas eran fuertes. Yo apoyaba las manos a los lados del lavabo intentando no ser vencida por los envites de su cuerpo mientras sentía oleadas de placer que recorrían todo mi cuerpo. No podíamos ahogar nuestros gritos, nuestros gemidos.

Alguien comenzó a aporrear la puerta, pero eso no hizo sino excitarnos aún más. Sus movimientos contra mi aumentaban de fuerza y de velocidad. Yo estaba la borde de la locura. Notaba como llegaba el orgasmo, como mi vientre se contraria, los músculos se tensaban y todo mi cuerpo estallaba en un hondo suspiro. Nos corrimos juntos y nos quedamos unos minutos apoyados uno en otro descansando.

Los golpes en la puerta habían cesado. Se salio de mi y comenzamos a recomponernos la ropa. Busque los pantalones y el tanga, me lo puse, ajuste el sujetador en su sitio. Me coloque la camisa y al ir a abrocharla comprobé que todos los botones estaban arrancados. Decidí atármela a la cintura como pude, intentando cruzarla un poco, pero no dio mucho resultado. Javier se asomo a la puerta y me hizo un gesto para que saliera. Crucé las brazos sobre el pecho y salí caminando tranquila por el pasillo hasta la mesa. Al pasar junto a la barra no me atreví a mirar al camarero, volví a la mesa y sin cambiar la postura me senté y me recosté sobre los brazos. El café se había quedado frío, pero aún así le di un sorbo. Al poco tiempo llego Javier y se sentó en su silla.

- No puedo estar así – le dije señalando mi camisa.
- Es lógico, vamos a mi casa – contesto

Antes de levantarnos de la mesa me cogio de la barbilla y dándome un profundo beso me dijo:

- Siempre me encanto hacer el amor contigo –

Cuando dejo de besarme le dije:

- Tu y yo nunca hemos hecho el amor -

sábado, 13 de diciembre de 2008

HABLAR CONTIGO


Para Txuru, porque no, pero mejor si.
Y porque si te alejas, yo me pierdo


Hablando anoche contigo
me desnude de patrañas
me quite de encima kilos
de miserias, de mentiras y legañas

¿La Conversación? No importa
¿De que hablamos? ¡Qué más da!
Solo importa que no corta
las palabras el viento del azar

Que nada se dice porque si
que todo lleva una enseñanza
y que cada cual en su panza
lleva el enigma de su vivir

Que tu no eres Dios
ni yo un cadáver.
Que yo no soy Venus
ni tu un decrépito.
Que somos uno a uno
dos insconscientes,
irresponsables, rebeldes,
croupier y medio.

Que la vida nos engancha,
nos desmorona, nos arrebata.
Que si no sentimos morimos,
que si morimos, lengua de gata.

Que nos lamemos las heridas,
que exhibimos los ultrajes,
que abrimos en canal un cuerpo
de un corazón que ya late.

Que en esta peli no hay NODO,
que en este serial no hay huerfanos.
Que te quiero, que me quieres
y esta por encima de todo.

martes, 2 de diciembre de 2008

SOMETIDA A SUS DESEOS


Llegue a su casa a la hora convenida, vestida como El me había indicado, con un vestido negro por debajo de las rodillas y amplio escote en V, medias negras con liguero y zapatos de tacón negros también. "Nada de ropa interior", el pelo recogido en un moño sujeto por una aguja y ligeramente maquillada.

A mi Señor le gustaba que fuera Su puta, pero solo para El, en nuestra intimidad; en la calle, le encantaba ver una dama. Le excitaba esa dualidad en mí: Su puta, la dama para los demás, Su sumisa, la rebelde ante el mundo.

Llame a la puerta y El me abrió con su eterna sonrisa. Me gustaba mucho mi Amo, con esa madurez tan exquisita, su sentido del humor, su rigidez, el dominio que ejercía sobre mí con tanta suavidad… Entre en la casa y espere que me indicara que hacer. Nada mas cerrar la puerta me hizo girarme sobre mi misma para observar que sus órdenes habían sido cumplidas a rajatabla "Levántate el vestido" me ordeno, y colocándose detrás de mí introdujo su mano entre mis piernas. Pudo ver que no llevaba ropa interior alguna, y pudo sentir mi excitación cuando dos de sus dedos se colaron en mi interior sin ninguna dificultad. "Bien, perrita, adelante" me dijo

Camine tras El, esperando que me guiara hacia donde quisiera. Fue hacia el equipo de música y puso una música suave, se sirvió una copa y mientras se sentaba en el sillón me dijo "Enséñame lo que sabes hacer"

Sabía lo que quiera, así que empecé a moverme, a contonearme suavemente al compás de la música, mientras me acariciaba por encima de la ropa. El me miraba complacido desde el sofá, y yo solo esperaba un gesto suyo que me indicara que debía quitarme el vestido. Cuando el gesto llego, comencé a desabrocharme la cremallera del vestido, de espaldas a El, despacio dejando caer las hombreras desde mis hombros, acariciando mimosas mis brazos. Entonces me gire para que mi Señor pudiera contemplar mis pechos, con los pezones duros por la excitación.

El vestido descendió suavemente por mis caderas, llegando a mis pies, dejando al descubierto mi sexo, me gire, abrí las piernas e incline mi cuerpo hacia adelante. Sabía que a mi Señor le gustaba ver mi coño en todo en todo su esplendor y contemplar mis nalgas. Sentí Sus pasos a mi espalda note como se acercaba hacia mi y posaba sus manos en mi culo, acariciándole. Sabía como acariciar, sin duda, con sus manos suaves, tocando puntos estratégicos del cuerpo. Sin esperarlo un azote golpeo mi trasero, lo que me hizo soltar un pequeño grito y dar un respingo, a ese azote le siguió otro, y después otro, y otro mas… notaba mi carne arder e imaginaba como mi piel se volvía cada vez mas rosada.

En uno de sus azotes su mano se coló entre mis piernas y comenzó a acariciarme, ligeramente al principio, hasta que sus dedos se colaron entre mis labios buscando mi clítoris. Yo comencé a gemir de placer ante esas caricias invasoras, mientras notaba como mi humedad se hacia cada vez mas grande. El placer que me invadía era infinito, pero de pronto mi Señor paro y comenzó una nueva tanda de azotes. Sus manos suaves se convertían en látigos sin piedad cuando me golpeaba. El dolor y la excitación se mezclaban llenándome de sensaciones. De pronto sentí como mientras con una mano me daba azotes, con la otra me penetraba. Note sus dedos dentro de mi, primero uno, después dos. A la vez que me azotaba me estaba follando con los dedos sin piedad. Las lagrimas se me escapaban a la vez que los gemidos, me costaba mantenerme en pie y no dejaba de agitar las caderas me iba a correr entres sus azotes y su mano pero El volvió a parar, diciéndome: "Cuando yo lo diga, putita, cuando yo lo diga", y dejándome sumida en la desesperación y el deseo.

Me cogio suavemente del pelo, e incorporándome, me beso con dulzura las mejillas bebiéndose mis lagrimas y apretando mis pezones. Contrastaba tanto la suavidad de sus labios con la dureza de sus manos… Mi sexo palpitaba, mi trasero estaba dolorido y yo solo le deseaba a El, deseaba sus ordenes, someterme a sus deseos, ser usada a su antojo.

Me llevo hacia el sillón y me ordeno ponerme de rodillas frente a El. No hacia falta más. Desabroche sus pantalones y saque su sexo duro de su prisión, liberándolo para encarcelarlo seguidamente en mi boca. Comencé a lamer aquella fruta que tanto me gustaba, golosa, disfrutando de ella, por los gemidos de mi Señor note como El también disfrutaba. Me dejo jugar con ella, metiéndola y sacándola de mi boca, acariciando el glande con mi lengua, succionándola ligera y rápidamente, lamiendo el tronco y acariciándole los testículos. Cuando El considero que era suficiente, agarro mi cabeza, la atrajo hacia si y comenzó a mover las caderas, follandome la boca. Me resultaba difícil respirar, tuve que contener alguna arcada, pero le oía gemir y eso me producía tal placer que era capaz de soportarlo todo. Me derramaba entre mis piernas, totalmente empapada, sintiendo latir mi sexo, tentada de acariciarme. Note como El se corría en mi boca y concentre todos mis sentidos en recoger su néctar, en no desperdiciar ni una sola gota, en beberlo todo. Era su esencia y me la estaba regalando, yo la recogía emocionada y agradecida, mirándole a los ojos. Cuando acabo, limpie su sexo con mi lengua, dejándole reluciente, sin macula.

“Te has portado muy bien, me dijo, mereces un premio” y llevándome hacia el dormitorio me indico que me tumbara en la cama boca arriba, con las piernas separadas. Ato mis muñecas y mis tobillos a los hierros de la cama y empezó a acariciarme. Suaves caricias por todo el cuerpo que me hacían vibrar como un instrumento a su merced. De nuevo su mano en mi coño, arrancándome gemidos de placer, haciendo que retorciera las caderas. Me mordía los pezones a la vez que me acariciaba el clítoris y casi a punto del alcanzar el orgasmo paraba con una sonrisa maliciosa en la boca. Saco un vibrador de un cajón y comenzó a jugar con el entre mis piernas hasta que le fue introduciendo poco a poco en mi interior "no puedes correrte" yo me mordía los labios intentaba pensar en otra cosa, pero no podía, su presencia allí no me dejaba pensar mas que en El mis sentidos estaban puestos en El vi como se desnudaba y como me desataba. Saco el vibrador de dentro de mi y me ordeno colocarme a cuatro patas sobre la cama, mi Señor se coloco detrás de mi y comenzó a introducir su sexo en el mío despacio, muy despacio para sacarlo después y acariciarme con el entre los labios hasta el clítoris mis caderas le buscaban ávidas de el y El me regalaba, caricia tras caricia, oleadas de placer “no te corras”, me decía y yo ya casi era incapaz de contenerme. Estaba tan frenética notando como su capullo acariciaba mi clítoris, que sin poder remediarlo le suplique que me follara, que la metiera entera dentro de mí. Antes de introducirse dentro de mi, volvió a darme unos azotes, y tras ello, con un moviendo rápido, metió toda su polla en mi coño, yo me agarre con fuerza a las sabanas. mis caderas se agitaban sobre su sexo frenéticas hacia verdaderos esfuerzos por no correrme mientras El entraba y salía de mi a su antojo poseyéndome, sabiéndome suya y yo me entregaba cada vez mas a El, al placer que me estaba dando al regalo de sentirle dentro de mi. “Me voy a correr” fueron sus palabras “correte conmigo putita mía, correte para mi, dame lo que me pertenece, regálame tu orgasmo y yo te daré todo lo que tengo para ti, para el coñito hambriento de mi putita" esa palabras fueron como un resorte para mi. Me abandone al orgasmo, a los espasmos de mi cuerpo jadeante, notando a la vez el orgasmo de Mi Señor dentro de mí, estallando en un gran grito de placer…..

“¿Te has corrido bien, mi preciosa zorrita?”

lunes, 1 de diciembre de 2008

1 DE DICIEMBRE: DIA MUNDIAL DEL SIDA


TU ACTITUD MARCA LA DIFERENCIA