domingo, 23 de marzo de 2008

EL AMOR




El amor es caprichoso y variable. Su destino no esta escrito. Solo sabemos que nos atrapa en sus redes fácilmente y luego nos resulta muy difícil salir de ellas. Le necesitamos tanto como le repudiamos, le buscamos tanto como le negamos. Si no le tenemos, le añoramos, si le tenemos, nos agobia. Nunca sabemos realmente si esta de más o nos sobra.

El amor se encarna en personas, en rostros, manos, labios y sonrisas, en una piel suave que nos hace soñar o en una mirada que nos consuela. Se encarna en besos, abrazos y caricias. En los sueños, en los amaneceres, en los crepúsculos………………

El amor nos motiva, nos guía, nos alegra, nos hace llorar y reír, sufrir y soñar, volar y aterrizar. Nos envuelve en su manto y nos acuna dándonos dicha. Crece en nosotros. Vive en nosotros y muere en nosotros.

Hay amores calidos, amores rabiosos, amores imposibles. Amores en cada puerto y amores que se anclan. Amores jóvenes y maduros, serenos y tormentosos. Amores ricos y usureros. Amores infinitos y amores que se marchitan………….. Hay amores…………. Siempre hay amores…………..

Y no hay nada comparable al amor. Nada nos hace tan felices ni nada nos hace sufrir tanto. Nada nos da tantas alas ni nada nos pega tanto a la tierra. Nada mueve nuestro mundo tan rápido como el amor. Por amor cantamos, reímos, soñamos, lloramos, gritamos, nos desesperamos………….. Por amor…………… hasta matamos.

Lo disfrutamos tan intensamente cuando lo tenemos y nos desagarra tanto cuando se va, que en esos momentos uno piensa si ha merecido la pena. Si ha servido de algo.

El amor hace que nos levantemos por la mañana con la mirada brillante y la sonrisa en la boca. Que nos parezca maravilloso mojarnos bajo la lluvia. Que los atascos se conviertan en la excusa para pensar en la otra persona o mandarle un mensaje. Que bailemos en el parque. Que nos colguemos de la luna. Que nos columpiemos en una estrella.

Y cuando el amor se va. Cuando el desamor o el vacío se instalan en el alma. Cuando caminamos con la cabeza baja y arrastramos los pies por el peso de la tristeza. Cuando buscamos entre la multitud y no encontramos. Cuando todo nos hace recordar con una profunda pena…….. en ese momento nos preguntamos si ha merecido la pena.

¿Ha merecido la pena ser feliz durante ese tiempo? ¿Ha merecido la pena compartir lo que mas nos gusta? ¿Ha merecido la pena tejer los recuerdos de una parte de nuestra vida? ¿Ha merecido la pena olvidarse de todo cuando estábamos junto a esa persona? ¿Ha merecido la pena tener algo que nos haga sonreír cuando se nos pase por la cabeza?

Ha merecido la pena………… seguro que todo eso ha merecido la pena. Mañana, cuando nos levantemos, recordaremos todos los momentos vividos por esa persona o junto a ella. Se nos habrán olvidado el dolor y el sufrimiento del desamor. Tendremos una cicatriz en el corazón y habremos tejido un poco más el tapiz de nuestra historia, de nuestra vida. Pero habrá merecido la pena. Por que un solo instante de felicidad merece la pena.

El tiempo hará que sanen las heridas, y entonces comprobaremos que ese sufrimiento que ahora sentimos no es un precio tan alto a cambio de todo lo bonito que pudimos vivir.

Y volveremos a amar y volveremos a reír y a soñar y a desear, y esperaremos, una vez mas, que esa dulzura no se pase nunca.

LAURA Y YO


Dedicado con todo mi cariño a Habana, Ana36, Lomaslejos y Luna37, todas ellas Chicas Divinas..........

Hacia rato que la fiesta había terminado. Todos se habían marchado excepto nosotros cuatro, que apurábamos nuestras copas sentados en los sillones, sin hablar, sabiendo que en cuanto se vaciaran tendríamos que ponernos a recoger. Adolfo y Jaime estaban, mas que sentados, desparramados sobre el sofá, y Laura y yo ocupábamos un sillón cada una, a ambos lados del sofá. Recline mi cabeza sobre el respaldo y cerré los ojos. Suspire profundamente.

- No te duermas - Me dijo Laura

- No, solo estaba pensando en algo - conteste –

Y abrí los ojos encontrándome directamente con la mirada de Laura, que en esos momentos me pareció preciosa, a la vez que note como un escalofrió recorría su espalda, le sonreí, cómplice, mientras ambas mirábamos a los dos chicos tirados en el sofá. No hizo falta más.

Deje el vaso en el suelo y me levante del sillón a la vez que ella, caminando en su dirección, contoneando las caderas y observando despacio su precioso cuerpo. Mi mirada se clavaba en él con pasión a medida que íbamos avanzando, un paso más y estaríamos pegadas una al cuerpo de la otra.

Jaime y Adolfo reaccionaron incorporándose en el sofá, mientras miraban alucinados la escena

Laura y yo nos tomamos de las manos y comenzamos a besarnos dulcemente. Pequeños roces en los labios con las bocas entreabiertas. Mi boca buscaba ansiosa la suya, mi lengua deseaba enredarse en su lengua y pegándonos un poco más nos fundimos en un beso profundo y lento

Ella sujeto mi cintura y note nuestros pechos rozándose ligeramente a través de la tela de nuestra ropa. Rodee su espalda con mis manos y comencé a desabrocharle la cremallera del vestido. Mis manos se encaminaron desde su cintura hasta los botones de su camisa. Los abrí uno por uno, al mismo ritmo que ella bajaba la cremallera. Abrí su blusa y contemple sus pechos aprisionados por el suave sujetador de encaje que llevaba. No pude resistir la tentación de besar la suave carne que sobresalía de ellos y se mostraba ante mi turgente y lujuriosa. Al notar como mi lengua recorría el comienzo de sus senos, termino de bajarme la cremallera del vestido, aparto los tirantes dejándolos resbalar sobre los hombros y el vestido cayó al suelo dejando al descubierto mi blanco y sedoso cuerpo

Alfonso y Jaime miraban cada vez con más asombro la escena sin peder detalle, mientras sendos bultos por debajo de la tela delataban su estado de excitación. Jaime ya comenzaba a acariciarse por encima del pantalón.

Subí la boca desde el pecho hasta el cuello y comencé a quitarle la camisa, quería disfrutar del fascinante espectáculo de su cuerpo en todo su esplendor. Lleve las manos a su cadera y comencé a subirle la falda, despacio, mientras la giraba para que quedara de espaldas a nuestros espectadores. Poco a poco sus piernas quedaron libres a su visión, los muslos, el pliegue de su final, el comienzo de esas sensuales nalgas, que no cubría el fino tanga negro……..

Me miró picaronamente y sonriendo echó un poco las caderas hacia atrás, sabedora del espectáculo que su culo estaba dando a aquellos dos improvisados mirones, que habían bajado ya las cremalleras de sus pantalones y se acariciaban impúdicamente por debajo de la ropa.

La acaricie la espalda, desde la cintura hasta el cuello “Mmmmmmm tienes una piel tan suave……” susurre en su oído y comencé a desabrocharle el sujetador liberando sus senos de él y empezando a acariciarlos

Laura notaba mis manos en sus pechos y las miradas de Adolfo y Jaime clavadas en su trasero. Desabrocho su falda y la dejo caer al suelo, ofreciéndoles así una mejor visión de todo su cuerpo, tan solo cubierto ya por el escaso tanga. Rodeo mi cuerpo con sus manos y me desabrocho el sujetador. Volvimos a movernos, quedándonos de nuevo de perfil, frente a nuestros chicos, que masajeaban cada vez con mas fervor sus respectivos sexos. Sentí sus manos en mis pechos y un deseo enorme de volver a besarla, de devorarla. Baje mi boca……. Atrape sus pezones con ella y comencé a jugar con ellos, primero uno, después otro, hasta notar como se iban endureciendo entre mis labios

Mmmmmmmmm Ella comenzó a gemir mientras acariciaba mi suave pelo, notando las caricias de mi lengua en sus pechos y sintiendo la excitación cada vez mas fuerte adueñándose de nuestros cuerpos. Ahora era Laura la que necesitaba devorarme, sujeto mis cabellos y aparto mi cara de su pecho, levantándola para besarme mientras nuestros cuerpos se pegaban y nuestros senos se rozaban impúdicamente. Al unísono, comenzamos a quitarnos los tangas, sin dejar de besarnos. Nuestras piernas se movían, permitiendo a las breves prendas descender hasta el suelo.

Sacamos los pies de los tangas y empezamos a acariciarnos ya sin pudor, solo con deseo. El alcohol había cegado nuestras mentes, ahora ya solo imperaban los mandatos del placer. Mi mano se coló entre sus piernas, acariciando su sexo húmedo y jugoso. Mis besos ahogaban sus gemidos.

Con mi mano entre sus piernas, comenzó a girarme hasta dejarme de espaldas a Adolfo y Jaime. Ahora era yo la que les ofrecia mi culito en todo su esplendor, separando un poco las piernas y sacando la cadera hacia atrás. Me volví, quedándome de frente a ellos, mientras Laura muy pegada a mi, clavándome los pezones en la espalda, empezó a acariciarme los pechos para ir bajando con una mano poco a poco hasta mi sexo, hasta notar mi estremecimiento al notar un dedo acariciando mi clitoris

Adolfo y Jaime se habían desnudado por completo y no dejaban de mirarnos desde el sofá con su sexo entre las manos. Eche mi mano hacia atrás y la colé entre nuestros cuerpos, haciendo lo mismo que ella me estaba haciendo a mi, acompasando mis movimientos con los suyos.

- Nenas, queremos veros bien - dijo entre jadeos Jaime

Nos separamos y nos tumbamos en el suelo, de costado, abriendo bien las piernas, dejando nuestros sexos expuestos a sus miradas. Colé mi mano al mismo tiempo que ella la suya y reanudamos nuestras caricias mas intimas. Ambas estábamos empapadas. Introduje un dedo en su coñito, que comencé a mover, primero despacio, para ir aumentando poco a poco el ritmo. Imitó mis movimientos, ajustando el ritmo de su mano a la mía. Nuestros jadeos se confundían con los de los chicos. Gire la cabeza y pude verlos, excitados al máximo, a punto de correrse.

“Otro más” la susurre, y ambas introdujimos un dedo mas en la otra. Un gato enloquecido arañaba mi vientre, mientras nuestras bocas se buscaban ansiosas y nuestros cuerpos se retorcían sobre el suelo. Las manos cada vez más rápidas hacían que oleadas de placer subieran desde mi sexo para estallar en mi pecho. Notaba los escalofríos del orgasmo recorriendo toda mi espalda, mi cuerpo se tensaba por momentos mientras sus dedos hacían sabiamente su trabajo entre mis piernas. Separamos nuestras bocas y comenzamos a respirar cada vez con más agitación, a gemir cada vez más alto. “Mmmmmmmmm siiiiiiiiiiiiiii” ahogue entre suspiros notando como me corría entre sus manos y como sus jugos se derramaban en las mías. Unos últimos empujones fuertes de nuestros dedos y el orgasmo se termino de desencadenar en nosotras.

Aún notando las últimas sacudidas del orgasmo, liberamos nuestros sexos y nos dejamos caer de espaldas sobre el suelo, con la respiración todavía agitada. Cerramos los ojos, en un intento de saborear aquel instante.

Tras descansar unos momentos, me incorpore para dar un dulce beso a Laura, que permanecía tendida en el suelo con los ojos cerrados. Me leante y mire a Adolfo y a Jaime, que seguían en el sofá, mirándonos, desnudos, sin saber muy bien si lo que acababan de ver y sentir era real o un efecto del alcohol consumido durante la fiesta. Me puse de pie, cogí mi vestido, y poniéndomelo dije: “Deberíamos recoger todo esto antes de que se haga más tarde”.