Me senté de nuevo en la mesa e intente concentrarme en mi trabajo. Los ojos se me cerraban, los brazos me pesaban y mi cuello apenas me sostenía la cabeza. “Absurdo seguir así” pensé para mis adentros. Recogí los libros, los devolví a su lugar, tome mis cosas y me prepare para marcharme. Cuando levante la vista, con intención de despedirme vi que Adolfo ya no estaba allí. Salí de la biblioteca pensando en llegar a casa, darme una ducha de agua fría y tumbarme sobre la cama o el sofá con un vaso de limonada helada. Me detuve en la parada del autobús y espere su llegada, que no se demoro mucho. El autobús venia lleno de gente. “Genial” pensé “Esto es lo mejor para una tarde calurosa como esta” me situé más o menos hacia la mitad del vehículo, de pie y me agarre a una de las barras. Los frenazos y acelerones del autobús hacían que mi cuerpo se bamboleara hacia adelante y hacia atrás como si fuera una marioneta. En uno de estos movimientos note un cuerpo demasiado pegado al mío, gire la cabeza y me encontré con Adolfo, que rodeando mi cintura con su brazo se agarraba a la misma barra que yo. Me sobresalte y mi primer impulso fue escapara de allí, pero el pego su cuerpo más al mío dejándome prisionera entre la barra y él. Note su aliento cerca de mi cuello y oí su voz muy pegada a mi oreja. “Mmmmm me gusta como huele tu pelo” y note como su otro brazo me rodeaba también y su mano se agarraba a la barra. Yo estaba alucinando con aquella situación cuando de pronto note sus labios posarse ligeramente sobre mi cuello encaminándose hasta el hombro. “¿Qué haces?” pregunte girando levemente la cabeza e intentando zafarme de su prisión. “Algo que se que te va a gustar mucho” Me respondió mientras apretaba mas su cuerpo al mío y soltaba una mano de la barra. La mano se posó en mi muslo y note como me iba subiendo la falda del vestido poco a poco. Comencé a ponerme roja de la vergüenza y a mirar hacia la gente que se apelotonaba a nuestro alrededor, pero incapaz de reaccionar a los movimientos de aquella mano indiscreta que se había colado ya por debajo de la falda alcanzando mi ropa interior y que me acariciaba por encima de ella los glúteos, dirigiéndose lentamente hacia mi sexo. “Reconoce que te gusta ¿verdad?” me susurro. La humedad que resbalaba entre mis piernas era una afirmación más que evidente de que me excitaba la situación. “Separa un poco las piernas. Ábrete para mi” y yo obedecí al instante moviendo un pie de sitio. Note como uno de sus dedos se introducía en mi interior y comenzaba a moverse. Me agarre con más fuerza a la barra intentando ahogar un gemido mientras notaba los movimientos de su mano dentro de mi cuerpo. Apoye la cabeza sobre la barra mientras mi respiración se agitaba cada vez mas y mis mejillas se sonrojaban de nuevo, pero esta vez de excitación. Sus movimientos eran precisos, expertos. Sabia muy bien lo que hacia, lo que se traía entre manos. En ese momento pensé que para ser gay conocía muy bien el cuerpo de una mujer. Lentamente deslizo otro dedo dentro de mi y el movimiento de su mano empezó a ser fuerte, rápido. Oleadas de placer nacían en mi vientre y estallaban en mi pecho. Intentaba no jadear, no gemir, me mordía el labio inferior para no hacerlo y respiraba deprisa por la nariz, notando cada vez más cerca el orgasmo. Su voz de nuevo en mi oído “Vamos, correte en mi mano” y como si fuera una orden yo obedecí rápidamente, corriéndome en aquel autobús lleno de gente, con la mano blanca de apretar la barra y los labios doloridos de mordérmelos. Cuando él noto mi orgasmo me susurro “Mmmmmm así me gusta” y sacando su mano de entre mis piernas se separo un poco de mí, dejándome libre de la opresión de su cuerpo. Respire hondo con los ojos cerrados, intentando volver a la realidad mientras sentía como el autobús frenaba. Al abrir los ojos comprobé que había llegado a mi parada y rápidamente me gire hacia la puerta para salir, sin querer mirar a Adolfo, que seguía a mi lado. Pero este me sujeto con fuerza del brazo impidiéndome alcanzar la salida “¿Dónde vas? Tu has tenido lo tuyo, pero ahora yo quiero lo mío” Asustada y aturdida vi como la puerta se cerraba y el autobús se ponía de nuevo en marcha “En la próxima parada. En la próxima parada me bajo” pensé. Entonces Adolfo, como adivinando mis pensamientos me tomo por la cintura y me pego a él alejándome de la puerta. Por primera vez en todo el trayecto gire mis ojos hacia Adolfo clavándole la mirada ¿Qué pretendía que hiciera ahora?
domingo, 21 de febrero de 2010
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6 comentarios:
joder q putada!!!!!!!!!!!!!!! yo creo q no se baja del bus... ya le han dado lo suyo pero en el fondo quiere devolverle el favor a Adolfo.
Jajaja Creo que no hay mas remedio que esperar al proximo capitulo para saber si se baja o no del bus.
Gracias por tu comentario. Un beso Juan
Que idiotez de narración. Obviamente ni en la mente mas obtusa cabe la idea de hacerle tener un orgasmo a una mujer en medio de un bus atiborrado de gente, en movimiento y de pie. Rico utilizar la imaginación a ratos, pero esto es un total descaro contra el sentido común. Antes de excitación, esta narración solo produce risa. Que esfuerzo más rebuscado para intentar poner como narración erotica una simpleza como esta.
Amigo anonimo, bienvenido al blog. Evidentemente cada uno puede juzgar del modo que mas le plazca todo aquello que lee. Solamente te haria una observacion respecto a tu comentario: donde tu pones "Obviamente ni en la mente mas obtusa cabe la idea de hacerle tener un orgasmo a una mujer en medio de un bus atiborrado de gente, en movimiento y de pie" yo pondria......... "Obviamente en las mentes mas simples no cabe la idea de hacerle tener un orgasmo a una mujer mas allá de la postura del misionero".
Un saludo, y un placer tenerte por aqui. Hasta pronto
PUES A MI SI ME GUSTO Y ADEMAS ME TRAE RECUERDOS ESTUPENDOS YA QUE YO LO E VIVIDI EN 1º PERSONA NO EN UN AUTOBUS PERO SI EN UN METRO PERO CLARO AL TENER UNA MENTE NO OBTUSA QUIZAS ESTE COMENTARIO CAIGA EN SACO ROTO MIS FELICITACIONES Y ESPERANDO LA CONTINUACION
Muchas gracias por tu comentario, Miguel Angel y bienvenido al blog. Ya tienes la tercera parte subida. El dia que me abandone la pereza escribire el resto.
Un afectuoso saludo
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