domingo, 17 de enero de 2010

TIERRA DE DIOSES

Parecía como si aquel tren se complaciese en retrasar su llegada… ya era la hora prevista y seguía enganchado a aquellos raíles infinitos…

La estación…. Un taxi enseguida y su sonrisa dulce y nerviosa…. Un intenso y rápido abrazo… "nos vamos…."
"Tenemos que hacer las compras…" y enlazadas por la cintura cumplían al pie de la letra las instrucciones…
"Donde vamos….???" Que más da… otro taxi…. Hacia una dirección imprecisa…
"Dónde está la calle…???"
"Justo ahí al lado…."
"Pare aquí…"
"Ya sé donde está…Sí, justo ahí enfrente…"

Y el deseo de las dos se convertía en perfume que hacía girar la cabeza de los hombres y mirar con extrañeza a las mujeres…
Era sentir con la piel, respirar hondo y apretar el paso para salvar los escasos metros que las separaban del hermoso edificio del hotel donde se las había citado.

Allí estaba, tan atractivo que aceleraba su respiración, tan deseable que hacía temblar sus piernas. Y sus ojos, esos ojos que son capaces de llevar a las locuras más inimaginables sin mediar una palabra.

Saludos y café, sonrisas complices y al ascensor que se llenó de algo tan denso que costaba respirarlo. Besaba a las dos alternativamente; aquellas bocas se le ofrecían y buscaban la suya con un desmayo salvaje.

Solo unos segundos después de cerrarse aquella puerta, las dos estaban en su cuello… respirándole… sintiendo su contacto caliente mientras con manos nerviosas liberaban su sexo del encierro inapropiado de la tela.

A su contacto, se arrodillaron en un mismo movimiento y acercaron su boca con avidez animal; era la locura, el sueño hecho realidad y sus bocas se unían para compartir el placer. Las bocas abiertas y aquel sexo duro golpeando las dos lenguas indistintamente guiado por una de ellas mientras la otra se apoderaba de sus testículos y los moldeaba con sus manos. Le miraban a los ojos mientras devoraban con gula a aquel hombre de locura. Su expresión de placer las envolvía en una nube roja que las encendía, hasta que sintieron como sus bocas y su cara se mojaban de aquella leche que bebieron como si estuviesen deshidratadas mientras él agarraba el pelo de ambas en un gesto de total posesión que disfrutaban con deleite irracional.

La tensión parecía haber cedido ligeramente si no se reparaba en la dura respiración de aquellas mujeres, al borde del deseo descontrolado…Él se sentó a los pies de la cama y con un aparente gesto de sumisión que desmentían las miradas lo descalzaron y acabaron de dejar al descubierto, el cuerpo aun moreno del que era su amor increíble

En cuestión de segundos se vieron las dos encima de la cama mientras aquellas manos hechas para acariciar iban de una a otra desnudándolas en un rito dulcemente perverso y, una vez los tres en su estado más puro de concupiscencia, él se echó entre las dos abrazándolas y transmitiéndoles, ahora sí, aquel amor intenso y único que los unía.

Se dijeron dulzuras al oído, y la raza humana entera hubiese puesto interrogante a aquella unión que hablaba en plural y fundía a tres personas en un único deseo que buscaba el placer en el sexo del amor de la manera más dulce, dura, limpia, obscena y natural que haya existido nunca.

Ahora "Tu deseo torera…" (él a dama)

Y ella sentó a lía entre sus piernas, facilitando el recibiendo en su cuerpo del dulce calor de aquella piel suave y encendida por el deseo. Le separó las suyas y con sus manos abrió su sexo para que él entrase en ella de una sacudida brutal que estampó a las dos contra el cabezal de la cama, de sus gargantas escapó el mismo grito mientras él empezaba una loca carrera de intensas penetraciones duras y profundas que poco a poco iban echándolas de la cama hasta quedar colgando con la cabeza apoyada en el suelo, mientras el casi doloroso orgasmo, convertía el menudo cuerpo en un temblor hecho persona que la sacudía sin control.

De un violento tirón en las piernas, acercó el sexo de la otra al suyo y con un golpe seco la penetró quedando incrustado dentro de ella. Ésta sofocó un grito mientras aquel cuerpo deseado se extendía por encima del suyo como una segunda piel, reptando como una serpiente.

De pronto las penetraciones se hicieron más rítmicas y terriblemente fuertes mientras penetraba en su bajo nivel de conciencia, que era su alma melliza la que empujaba a su amor dentro de ella. Se había colocado detrás de los dos y con ambas manos agarraba las nalgas de aquel a quien amaba acompañándolo en su intensa penetración; era ella la que marcaba el ritmo arrancando de ambos, roncos gemidos que acabaron en lamentos de placer.

Con la respiración dificultosa.....se tumbaron los tres abrazados..... en una amalgama de tacto, sensaciones y caricias... mientras la “normalidad” de la sociedad temblaba y se resquebrajaba ante tanta insolencia.

“Os amo...”
“Te quiero...”
“Mi amor.......mmmmmm...”
Era tan dulce y ardiente que solo se podía sentir; comprenderlo sacudía de tal forma la comprensión de lo habitual que ni lo intentaban, solo lo vivían...

“Os vais a comer la fruta como yo os diga...”

Sus cuerpos se estremecieron ante la desbordante imaginación de aquel hombre al que adoraban. Se miraron con una sonrisa en los ojos y se cogieron la mano mientras los cerraban siguiendo sus indicaciones.

Sintieron el sabor dulce de un plátano pelado en la boca y empezaron a comérselo sin abrir los ojos, mientras sentían como él las penetraba indistintamente a cuatro patas, hasta que juntaron las bocas para acabarse la fruta. Entonces les dio la vuelta, las puso con la cara pegada a la cama y las caderas totalmente levantadas, quedando los sexos de ambas a su completa merced, metía los dedos de ambas manos en ellos, las penetraba, estampaba cachetes secos en las nalgas que se retorcían pero que recibían con placer aquel vómito de sexo desenfrenado...

Nuevamente boca arriba y un líquido frío corriendo por sus cuerpos...hasta su sexo........donde aquella boca de pecado bebía con fruición el zumo de naranja que llegaba hasta el clítoris, provocando un escozor tan placentero que las llevaba al borde del orgasmo...

Y de pronto algo muy frío que quemaba, un hielo entrando en la vagina acompañado de caricias de locura. Con los dedos introducía aquella joya helada hasta el fondo de sus entrañas sacándola despacio mientras ellas se retorcían justo un momento antes de llegar a ese punto de no retorno del placer, unos segundos antes de acabar de subir esa cima dolorosa que explota en fuego y contracciones que hacen gritar...

“No te corras todavía aguanta...”.... y mordiéndose los labios respiraba hondo para que la sobrecarga de oxígeno controlase aquella tensión que amenazaba ahogarla, mientras unas manos dulces de mujer apartaban con mimo los cabellos de su cara y susurraban cerca de su oído...“tranquila cielo...”

Y el día fue desgranándose en un rosario de orgasmos...de placer y de unión total....

Era pura gula de sexo... era locura... era dominación, era sumisión, era obscenidad...era dulzura....era amor...



Escrito por dama y lia para DC

No hay comentarios: