miércoles, 27 de enero de 2010
domingo, 17 de enero de 2010
EL RITO DE LAS OLAS ENAMORADAS
Creía que era una ceremonia que nunca iba a realizar, pero me equivoqué... Soy alguien decidido que no me freno frente al granito de una muralla si lo que voy a obtener me enamora.
Era tarde y el sol se iba a descansar. Se perdía en el horizonte, pero dejaba el color del fuego impregnado en el agua y en la arena de la marea baja. Un fuego que nada era capaz de disiparlo. Bueno, imagínate..., hasta pedía a gritos una fantasía.
Estaba con ella, la había conocido por la mañana en un chiringuito de la playa mientras tomábamos un vino blanco afrutado muy frío con unas gambas. Ya no nos separamos. De pronto se convirtió en cómplice, compañera, amiga...
La playa se había quedado solitaria. Yo estaba tumbado; ella sentada. Se levantó y sin perder mi mirada trotó hacia la orilla desprovista de cualquier tipo de tela. Al mirarla, surgió en mí la señora del deseo; vestida de mil estrellas y perfumada intensamente con el aire marino y con la sintonía del ruido de unas olas que se rompían suavemente.
De pronto me levanté de la arena y me despojé de mi bañador... me fui en su busca igual que lo haría un pájaro quetzal: Dominante, enseñando sus plumas con gallardía, mostrando sus mejores colores para conquistar...
Sabía a noche en el mar. Me adentré en el agua, pero no me dio tiempo de darme un chapuzón porque ella ya regresaba: andaba lentamente hacia mí, contorneándose, sonriente, completamente mojada. Yo me detuve a esperarla mientras observaba su rostro, su figura... Percibía en su mirada una inocencia lujuriosa de las que te pone a mil.
Al unirnos perdí los límites del entorno; su boca se abrió para mí solicitando el primer beso de la Amante. Entonces comenzó la oda de pasiones...
Nos sentíamos y tocábamos. Los besos se alternaban entre bocados lentos en los labios y juegos serpenteantes de poder con las lenguas; de movimientos sensuales a voluptuosos.
Yo sabía, como si fuera navegante experto del mapa femenino, recorrerla con mis manos por ese océano turbulento en el que ella entró al sentir las palmas recorrer en serie su cuello, pecho, caderas, cinturas, axilas, muslos, glúteos, ingles…
Su respiración algo agitada; la escuchaba igual que la brisa marina que sale de una caracola; una respiración que se iba agitando con el incremento de la fogosidad.
Después los dedos, cada dedo recorriendo su misteriosa cueva magmática y lubricada en una melodía escrita para un Arpa. Localizaba las cuerdas de las paredes con sus claves para conseguir la vibración que produce el sonido del gemido esperado. Un sonido erótico, fruto de una corriente de placer que nace desde el mismo corazón de sus entrañas.
Como un músico, conocía el tiempo de cada espacio, cada vibración de cuerda que su precioso cuerpo necesita para producir un espasmo de placer. Y me conducía por esos laberintos a todos los caminos para que gozara una y otra vez. Su gozo era lascivo, lujurioso, libertino...
Se recreaba al percibir mi voz susurrante llena de sonrisas cuando le marcaba los momentos de su placer. Empezaba a saber de mi poder, yo de su rendición sin condiciones. Así tenía que ser hasta la plenitud!
Progresivamente se estaba dando cuenta de que no podía experimentar ese viaje húmedo; eternamente humano y vulnerable que no tiene vuelta atrás si no iba de mi mano.
Se dejo caer en el agua, la acompañé. Nos llenamos de mar, estrellas, arena y sal. Nos revolcamos y amamos con todos los sentidos; el va y ven de las olas marcaba el balanceo de ambos cuerpos, que eran solo uno. Tras un buen rato basculando ella bebió de un orgasmo que hizo que su cuerpo convulsionase sin control hasta abrazar mi espalda con sus piernas.
Con nuestros cuerpos parcialmente sumergidos y ya con las olas mucho más fuertes, la situé de rodillas, de espaldas al mar con piedad; yo de pie. Ahora el oleaje azotaba su espalda con tanta fuerza que incluso la tiraba hacia adelante.
Yo la sujeté con ambas manos, tomando su cabello en forma de doble brida . A la vez, la indiqué que tomara mi verga para darme oleadas de gozo hasta que absorbiera cada gota de vida sin derramar ni una sola. Con una mano se agarro a mi muslo y con la otra y su boca termino mi mandato sin apartar ni un solo momento su mirada de la mía.
Era tarde y el sol se iba a descansar. Se perdía en el horizonte, pero dejaba el color del fuego impregnado en el agua y en la arena de la marea baja. Un fuego que nada era capaz de disiparlo. Bueno, imagínate..., hasta pedía a gritos una fantasía.
Estaba con ella, la había conocido por la mañana en un chiringuito de la playa mientras tomábamos un vino blanco afrutado muy frío con unas gambas. Ya no nos separamos. De pronto se convirtió en cómplice, compañera, amiga...
La playa se había quedado solitaria. Yo estaba tumbado; ella sentada. Se levantó y sin perder mi mirada trotó hacia la orilla desprovista de cualquier tipo de tela. Al mirarla, surgió en mí la señora del deseo; vestida de mil estrellas y perfumada intensamente con el aire marino y con la sintonía del ruido de unas olas que se rompían suavemente.
De pronto me levanté de la arena y me despojé de mi bañador... me fui en su busca igual que lo haría un pájaro quetzal: Dominante, enseñando sus plumas con gallardía, mostrando sus mejores colores para conquistar...
Sabía a noche en el mar. Me adentré en el agua, pero no me dio tiempo de darme un chapuzón porque ella ya regresaba: andaba lentamente hacia mí, contorneándose, sonriente, completamente mojada. Yo me detuve a esperarla mientras observaba su rostro, su figura... Percibía en su mirada una inocencia lujuriosa de las que te pone a mil.
Al unirnos perdí los límites del entorno; su boca se abrió para mí solicitando el primer beso de la Amante. Entonces comenzó la oda de pasiones...
Nos sentíamos y tocábamos. Los besos se alternaban entre bocados lentos en los labios y juegos serpenteantes de poder con las lenguas; de movimientos sensuales a voluptuosos.
Yo sabía, como si fuera navegante experto del mapa femenino, recorrerla con mis manos por ese océano turbulento en el que ella entró al sentir las palmas recorrer en serie su cuello, pecho, caderas, cinturas, axilas, muslos, glúteos, ingles…
Su respiración algo agitada; la escuchaba igual que la brisa marina que sale de una caracola; una respiración que se iba agitando con el incremento de la fogosidad.
Después los dedos, cada dedo recorriendo su misteriosa cueva magmática y lubricada en una melodía escrita para un Arpa. Localizaba las cuerdas de las paredes con sus claves para conseguir la vibración que produce el sonido del gemido esperado. Un sonido erótico, fruto de una corriente de placer que nace desde el mismo corazón de sus entrañas.
Como un músico, conocía el tiempo de cada espacio, cada vibración de cuerda que su precioso cuerpo necesita para producir un espasmo de placer. Y me conducía por esos laberintos a todos los caminos para que gozara una y otra vez. Su gozo era lascivo, lujurioso, libertino...
Se recreaba al percibir mi voz susurrante llena de sonrisas cuando le marcaba los momentos de su placer. Empezaba a saber de mi poder, yo de su rendición sin condiciones. Así tenía que ser hasta la plenitud!
Progresivamente se estaba dando cuenta de que no podía experimentar ese viaje húmedo; eternamente humano y vulnerable que no tiene vuelta atrás si no iba de mi mano.
Se dejo caer en el agua, la acompañé. Nos llenamos de mar, estrellas, arena y sal. Nos revolcamos y amamos con todos los sentidos; el va y ven de las olas marcaba el balanceo de ambos cuerpos, que eran solo uno. Tras un buen rato basculando ella bebió de un orgasmo que hizo que su cuerpo convulsionase sin control hasta abrazar mi espalda con sus piernas.
Con nuestros cuerpos parcialmente sumergidos y ya con las olas mucho más fuertes, la situé de rodillas, de espaldas al mar con piedad; yo de pie. Ahora el oleaje azotaba su espalda con tanta fuerza que incluso la tiraba hacia adelante.
Yo la sujeté con ambas manos, tomando su cabello en forma de doble brida . A la vez, la indiqué que tomara mi verga para darme oleadas de gozo hasta que absorbiera cada gota de vida sin derramar ni una sola. Con una mano se agarro a mi muslo y con la otra y su boca termino mi mandato sin apartar ni un solo momento su mirada de la mía.
Escrito por DC
TIERRA DE DIOSES
Parecía como si aquel tren se complaciese en retrasar su llegada… ya era la hora prevista y seguía enganchado a aquellos raíles infinitos…
La estación…. Un taxi enseguida y su sonrisa dulce y nerviosa…. Un intenso y rápido abrazo… "nos vamos…."
"Tenemos que hacer las compras…" y enlazadas por la cintura cumplían al pie de la letra las instrucciones…
"Donde vamos….???" Que más da… otro taxi…. Hacia una dirección imprecisa…
"Dónde está la calle…???"
"Justo ahí al lado…."
"Pare aquí…"
"Ya sé donde está…Sí, justo ahí enfrente…"
Y el deseo de las dos se convertía en perfume que hacía girar la cabeza de los hombres y mirar con extrañeza a las mujeres…
Era sentir con la piel, respirar hondo y apretar el paso para salvar los escasos metros que las separaban del hermoso edificio del hotel donde se las había citado.
Allí estaba, tan atractivo que aceleraba su respiración, tan deseable que hacía temblar sus piernas. Y sus ojos, esos ojos que son capaces de llevar a las locuras más inimaginables sin mediar una palabra.
Saludos y café, sonrisas complices y al ascensor que se llenó de algo tan denso que costaba respirarlo. Besaba a las dos alternativamente; aquellas bocas se le ofrecían y buscaban la suya con un desmayo salvaje.
Solo unos segundos después de cerrarse aquella puerta, las dos estaban en su cuello… respirándole… sintiendo su contacto caliente mientras con manos nerviosas liberaban su sexo del encierro inapropiado de la tela.
A su contacto, se arrodillaron en un mismo movimiento y acercaron su boca con avidez animal; era la locura, el sueño hecho realidad y sus bocas se unían para compartir el placer. Las bocas abiertas y aquel sexo duro golpeando las dos lenguas indistintamente guiado por una de ellas mientras la otra se apoderaba de sus testículos y los moldeaba con sus manos. Le miraban a los ojos mientras devoraban con gula a aquel hombre de locura. Su expresión de placer las envolvía en una nube roja que las encendía, hasta que sintieron como sus bocas y su cara se mojaban de aquella leche que bebieron como si estuviesen deshidratadas mientras él agarraba el pelo de ambas en un gesto de total posesión que disfrutaban con deleite irracional.
La tensión parecía haber cedido ligeramente si no se reparaba en la dura respiración de aquellas mujeres, al borde del deseo descontrolado…Él se sentó a los pies de la cama y con un aparente gesto de sumisión que desmentían las miradas lo descalzaron y acabaron de dejar al descubierto, el cuerpo aun moreno del que era su amor increíble
En cuestión de segundos se vieron las dos encima de la cama mientras aquellas manos hechas para acariciar iban de una a otra desnudándolas en un rito dulcemente perverso y, una vez los tres en su estado más puro de concupiscencia, él se echó entre las dos abrazándolas y transmitiéndoles, ahora sí, aquel amor intenso y único que los unía.
Se dijeron dulzuras al oído, y la raza humana entera hubiese puesto interrogante a aquella unión que hablaba en plural y fundía a tres personas en un único deseo que buscaba el placer en el sexo del amor de la manera más dulce, dura, limpia, obscena y natural que haya existido nunca.
Ahora "Tu deseo torera…" (él a dama)
Y ella sentó a lía entre sus piernas, facilitando el recibiendo en su cuerpo del dulce calor de aquella piel suave y encendida por el deseo. Le separó las suyas y con sus manos abrió su sexo para que él entrase en ella de una sacudida brutal que estampó a las dos contra el cabezal de la cama, de sus gargantas escapó el mismo grito mientras él empezaba una loca carrera de intensas penetraciones duras y profundas que poco a poco iban echándolas de la cama hasta quedar colgando con la cabeza apoyada en el suelo, mientras el casi doloroso orgasmo, convertía el menudo cuerpo en un temblor hecho persona que la sacudía sin control.
De un violento tirón en las piernas, acercó el sexo de la otra al suyo y con un golpe seco la penetró quedando incrustado dentro de ella. Ésta sofocó un grito mientras aquel cuerpo deseado se extendía por encima del suyo como una segunda piel, reptando como una serpiente.
De pronto las penetraciones se hicieron más rítmicas y terriblemente fuertes mientras penetraba en su bajo nivel de conciencia, que era su alma melliza la que empujaba a su amor dentro de ella. Se había colocado detrás de los dos y con ambas manos agarraba las nalgas de aquel a quien amaba acompañándolo en su intensa penetración; era ella la que marcaba el ritmo arrancando de ambos, roncos gemidos que acabaron en lamentos de placer.
Con la respiración dificultosa.....se tumbaron los tres abrazados..... en una amalgama de tacto, sensaciones y caricias... mientras la “normalidad” de la sociedad temblaba y se resquebrajaba ante tanta insolencia.
“Os amo...”
“Te quiero...”
“Mi amor.......mmmmmm...”
Era tan dulce y ardiente que solo se podía sentir; comprenderlo sacudía de tal forma la comprensión de lo habitual que ni lo intentaban, solo lo vivían...
“Os vais a comer la fruta como yo os diga...”
Sus cuerpos se estremecieron ante la desbordante imaginación de aquel hombre al que adoraban. Se miraron con una sonrisa en los ojos y se cogieron la mano mientras los cerraban siguiendo sus indicaciones.
Sintieron el sabor dulce de un plátano pelado en la boca y empezaron a comérselo sin abrir los ojos, mientras sentían como él las penetraba indistintamente a cuatro patas, hasta que juntaron las bocas para acabarse la fruta. Entonces les dio la vuelta, las puso con la cara pegada a la cama y las caderas totalmente levantadas, quedando los sexos de ambas a su completa merced, metía los dedos de ambas manos en ellos, las penetraba, estampaba cachetes secos en las nalgas que se retorcían pero que recibían con placer aquel vómito de sexo desenfrenado...
Nuevamente boca arriba y un líquido frío corriendo por sus cuerpos...hasta su sexo........donde aquella boca de pecado bebía con fruición el zumo de naranja que llegaba hasta el clítoris, provocando un escozor tan placentero que las llevaba al borde del orgasmo...
Y de pronto algo muy frío que quemaba, un hielo entrando en la vagina acompañado de caricias de locura. Con los dedos introducía aquella joya helada hasta el fondo de sus entrañas sacándola despacio mientras ellas se retorcían justo un momento antes de llegar a ese punto de no retorno del placer, unos segundos antes de acabar de subir esa cima dolorosa que explota en fuego y contracciones que hacen gritar...
“No te corras todavía aguanta...”.... y mordiéndose los labios respiraba hondo para que la sobrecarga de oxígeno controlase aquella tensión que amenazaba ahogarla, mientras unas manos dulces de mujer apartaban con mimo los cabellos de su cara y susurraban cerca de su oído...“tranquila cielo...”
Y el día fue desgranándose en un rosario de orgasmos...de placer y de unión total....
Era pura gula de sexo... era locura... era dominación, era sumisión, era obscenidad...era dulzura....era amor...
La estación…. Un taxi enseguida y su sonrisa dulce y nerviosa…. Un intenso y rápido abrazo… "nos vamos…."
"Tenemos que hacer las compras…" y enlazadas por la cintura cumplían al pie de la letra las instrucciones…
"Donde vamos….???" Que más da… otro taxi…. Hacia una dirección imprecisa…
"Dónde está la calle…???"
"Justo ahí al lado…."
"Pare aquí…"
"Ya sé donde está…Sí, justo ahí enfrente…"
Y el deseo de las dos se convertía en perfume que hacía girar la cabeza de los hombres y mirar con extrañeza a las mujeres…
Era sentir con la piel, respirar hondo y apretar el paso para salvar los escasos metros que las separaban del hermoso edificio del hotel donde se las había citado.
Allí estaba, tan atractivo que aceleraba su respiración, tan deseable que hacía temblar sus piernas. Y sus ojos, esos ojos que son capaces de llevar a las locuras más inimaginables sin mediar una palabra.
Saludos y café, sonrisas complices y al ascensor que se llenó de algo tan denso que costaba respirarlo. Besaba a las dos alternativamente; aquellas bocas se le ofrecían y buscaban la suya con un desmayo salvaje.
Solo unos segundos después de cerrarse aquella puerta, las dos estaban en su cuello… respirándole… sintiendo su contacto caliente mientras con manos nerviosas liberaban su sexo del encierro inapropiado de la tela.
A su contacto, se arrodillaron en un mismo movimiento y acercaron su boca con avidez animal; era la locura, el sueño hecho realidad y sus bocas se unían para compartir el placer. Las bocas abiertas y aquel sexo duro golpeando las dos lenguas indistintamente guiado por una de ellas mientras la otra se apoderaba de sus testículos y los moldeaba con sus manos. Le miraban a los ojos mientras devoraban con gula a aquel hombre de locura. Su expresión de placer las envolvía en una nube roja que las encendía, hasta que sintieron como sus bocas y su cara se mojaban de aquella leche que bebieron como si estuviesen deshidratadas mientras él agarraba el pelo de ambas en un gesto de total posesión que disfrutaban con deleite irracional.
La tensión parecía haber cedido ligeramente si no se reparaba en la dura respiración de aquellas mujeres, al borde del deseo descontrolado…Él se sentó a los pies de la cama y con un aparente gesto de sumisión que desmentían las miradas lo descalzaron y acabaron de dejar al descubierto, el cuerpo aun moreno del que era su amor increíble
En cuestión de segundos se vieron las dos encima de la cama mientras aquellas manos hechas para acariciar iban de una a otra desnudándolas en un rito dulcemente perverso y, una vez los tres en su estado más puro de concupiscencia, él se echó entre las dos abrazándolas y transmitiéndoles, ahora sí, aquel amor intenso y único que los unía.
Se dijeron dulzuras al oído, y la raza humana entera hubiese puesto interrogante a aquella unión que hablaba en plural y fundía a tres personas en un único deseo que buscaba el placer en el sexo del amor de la manera más dulce, dura, limpia, obscena y natural que haya existido nunca.
Ahora "Tu deseo torera…" (él a dama)
Y ella sentó a lía entre sus piernas, facilitando el recibiendo en su cuerpo del dulce calor de aquella piel suave y encendida por el deseo. Le separó las suyas y con sus manos abrió su sexo para que él entrase en ella de una sacudida brutal que estampó a las dos contra el cabezal de la cama, de sus gargantas escapó el mismo grito mientras él empezaba una loca carrera de intensas penetraciones duras y profundas que poco a poco iban echándolas de la cama hasta quedar colgando con la cabeza apoyada en el suelo, mientras el casi doloroso orgasmo, convertía el menudo cuerpo en un temblor hecho persona que la sacudía sin control.
De un violento tirón en las piernas, acercó el sexo de la otra al suyo y con un golpe seco la penetró quedando incrustado dentro de ella. Ésta sofocó un grito mientras aquel cuerpo deseado se extendía por encima del suyo como una segunda piel, reptando como una serpiente.
De pronto las penetraciones se hicieron más rítmicas y terriblemente fuertes mientras penetraba en su bajo nivel de conciencia, que era su alma melliza la que empujaba a su amor dentro de ella. Se había colocado detrás de los dos y con ambas manos agarraba las nalgas de aquel a quien amaba acompañándolo en su intensa penetración; era ella la que marcaba el ritmo arrancando de ambos, roncos gemidos que acabaron en lamentos de placer.
Con la respiración dificultosa.....se tumbaron los tres abrazados..... en una amalgama de tacto, sensaciones y caricias... mientras la “normalidad” de la sociedad temblaba y se resquebrajaba ante tanta insolencia.
“Os amo...”
“Te quiero...”
“Mi amor.......mmmmmm...”
Era tan dulce y ardiente que solo se podía sentir; comprenderlo sacudía de tal forma la comprensión de lo habitual que ni lo intentaban, solo lo vivían...
“Os vais a comer la fruta como yo os diga...”
Sus cuerpos se estremecieron ante la desbordante imaginación de aquel hombre al que adoraban. Se miraron con una sonrisa en los ojos y se cogieron la mano mientras los cerraban siguiendo sus indicaciones.
Sintieron el sabor dulce de un plátano pelado en la boca y empezaron a comérselo sin abrir los ojos, mientras sentían como él las penetraba indistintamente a cuatro patas, hasta que juntaron las bocas para acabarse la fruta. Entonces les dio la vuelta, las puso con la cara pegada a la cama y las caderas totalmente levantadas, quedando los sexos de ambas a su completa merced, metía los dedos de ambas manos en ellos, las penetraba, estampaba cachetes secos en las nalgas que se retorcían pero que recibían con placer aquel vómito de sexo desenfrenado...
Nuevamente boca arriba y un líquido frío corriendo por sus cuerpos...hasta su sexo........donde aquella boca de pecado bebía con fruición el zumo de naranja que llegaba hasta el clítoris, provocando un escozor tan placentero que las llevaba al borde del orgasmo...
Y de pronto algo muy frío que quemaba, un hielo entrando en la vagina acompañado de caricias de locura. Con los dedos introducía aquella joya helada hasta el fondo de sus entrañas sacándola despacio mientras ellas se retorcían justo un momento antes de llegar a ese punto de no retorno del placer, unos segundos antes de acabar de subir esa cima dolorosa que explota en fuego y contracciones que hacen gritar...
“No te corras todavía aguanta...”.... y mordiéndose los labios respiraba hondo para que la sobrecarga de oxígeno controlase aquella tensión que amenazaba ahogarla, mientras unas manos dulces de mujer apartaban con mimo los cabellos de su cara y susurraban cerca de su oído...“tranquila cielo...”
Y el día fue desgranándose en un rosario de orgasmos...de placer y de unión total....
Era pura gula de sexo... era locura... era dominación, era sumisión, era obscenidad...era dulzura....era amor...
Escrito por dama y lia para DC
jueves, 14 de enero de 2010
FELICIDADES WOMANBEST
No puedo darte soluciones para todos tus problemas
Ni tengo respuestas para todas tus dudas, ni temores
Pero puedo escucharte...Y buscarlas contigo
No puedo cambiar tu pasado, ni tu futuro
Pero cuando me necesites aquí estaré contigo
No puedo evitar que tropieces
Solo puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no te caigas.
Tus alegrias, tus triunfos y tus logros no son míos
Pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz
.No juzgo las decisiones que tomaste en la vida
Me limito a apoyarte, estimularte y ayudarte si así me lo pides.
También no puedo trazarte límites dentro de los cuales
Debes actuar, pero si te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tus sufrimientos
Cuando una pena te parte el corazón
Pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos
Para armarlo de nuevo.
No puedo decirte quien eres
Ni quien deberías de ser.
Solamente puedo quererte tal como eres
Y ser tan solo un amigo.
En estos días oré por ti
En estos días me puse a recordar a mis amistades mas preciadas
Soy una persona feliz: tengo más amigos de los que imaginaba
Eso es lo que ellos me dicen, me lo demuestran
Es lo que siento por todos ellos
Veo el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea y la alegría
Que sienten al verme
Y yo también siento paz y alegría cuando los veo y cuando hablamos
Sea en la alegría o sea en la serenidad, en estos días pensé en
Mis amigos y amigas, y entre ellos apareciste tu
No estabas arriba, ni abajo, ni en medio
No encabezabas ni concluías con la lista
No eras el numero uno ni el numero final
Lo que se es que te destacabas por
Alguna cualidad que transmitías y con la
Cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida.
Y tampoco tengo la pretensión de ser
El primero, el segundo o el tercero de tu lista.
Basta que me quieras como amigo.
Hago lo que todo amigo: Oré y le agradecí a Dios
Que me haya dado la oportunidad de tener un amigo como tú.
Era una oración de gratitud: Tú has dado valor a mi vida
Jorge Luis Borges
De franchesca:
Traigo lirios y claveles
para adornar tu cabeza
para que huelan tus manos
traigo un manojo de menta
para que quede constancia
del aprecio y cariño que te tengo
te traigo esta felicitación
FELICITATS WOMANBEST de Garfiobcn
Y si en mayúsculas, por una vez, escribo tu nick, no solo para felicitarte por tu cumpleaños. También por estar, por ser y por darme la oportunidad de conocerte. Te pediré algo, No cambies, Te Queremos por como eres, no por lo que “otros” querían que fueses. Te veo mañana, si ¿?
De silencioso
Muchísimas felicidades, me alegro de pasar este primer cumpleaños contigo, de felicitarte, y estoy seguro que este será la primera de muchas otras felicitaciones a lo largo de los años.Gracias por tu amistad, y que cumplas miles más
martes, 5 de enero de 2010
SOS MAITE MARTIN
Porque hoy me siento asi........
Porque te quise tanto que aún te quiero. Porque te recuerdo todos los dias de mi vida. Porque la sonrisa de tu foto todavia me hace llorar y tu mirada se clava en mi como el primer dia. Porque delira mi alma si pronuncio tu nombre y no se me estar callada. Porque sin esperenza........ aún te quiero.
Porque te quise tanto que aún te quiero. Porque te recuerdo todos los dias de mi vida. Porque la sonrisa de tu foto todavia me hace llorar y tu mirada se clava en mi como el primer dia. Porque delira mi alma si pronuncio tu nombre y no se me estar callada. Porque sin esperenza........ aún te quiero.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)