Mira: este es tu puente, el puente que has decidido cruzar para poder llegar allí donde te has marcado. Es largo, es angosto, las maderas crujen y en algunos momentos, al pisarlas, tendrás el temor de que se parten y caerte.
Ven, coge mi mano. Estoy esperándote al principio del puente y te voy a ayudar a cruzarlo. No tengas miedo, no voy a soltarte. Voy a llenar para ti la soledad de este camino que ahora emprendes. Te voy a acompañar hasta el final, voy a ser para ti el bastón sobre el que te apoyas, el miedo al camino, el alivio de haberlo conseguido.
Ven, cierra los ojos, no sueltes mi mano. Voy a ser el oasis en tu desierto, el agua que te refresque de la dura travesía, la estrella sobre la que poses tu vista para olvidarte de todo, tu compañía en la tormenta, tu alivio de luto. Iré delante de ti, abriendo paso cuando lo necesites, o a tu lado para que te puedas apoyar tanto como precises, o detrás de ti, en silencio, si así lo prefieres. Seré aquello que necesites, cuando lo necesites.
La travesía es larga y es dura, pero cada paso que das es una distancia menos que te separa del final. Fija los ojos allí, en el extremo del puente al que quieres llegar, no dejes que nada distraiga tu caminar. Puede ser que al final la empresa te resulte casi imposible, el cansancio acumulado hará mella en tu ánimo, notaras que te faltan fuerzas. No caigas en la tentación de apoyarte en la barandilla y esperar como si ya hubieras llegado. Mira hacia atrás, contempla todo lo que has recorrido ya, todo lo que has luchado, todo lo que has vencido, las puertas que has cerrado y los demonios a los que ya has ganado. No hay retorno, solo quedar seguir hacia delante. Apoyate en mi, agarra tu bastón con mas fuerza si lo necesitas y continua la marcha que te has propuesto.
Unos cuantos pasos más… solo unos pocos mas, y habrás cruzado el puente, habrás llegado a su final, a tu meta. Será el momento en el que puedas ya por fin, relajado, seguro, feliz, bañarte en las dulces aguas del río sin miedo a ahogarte, será el momento en que ya no necesites apoyos porque podrás caminar solo, el momento en el que te adentraras en el bosque ansioso por descubrir sus maravillas.
Apoyaras el bastón en el puente para comprobar tu recién estrenada fortaleza y comenzaras un nuevo bagaje, ya sin bastón, que quedara allí, apoyado, testigo mudo de una historia de coraje. Quedará allí, con tu imagen grabada en la retina y en la memoria, inútil ya en su función, pero sabiendo que fue importante.
Ven, coge mi mano. Estoy esperándote al principio del puente y te voy a ayudar a cruzarlo. No tengas miedo, no voy a soltarte. Voy a llenar para ti la soledad de este camino que ahora emprendes. Te voy a acompañar hasta el final, voy a ser para ti el bastón sobre el que te apoyas, el miedo al camino, el alivio de haberlo conseguido.
Ven, cierra los ojos, no sueltes mi mano. Voy a ser el oasis en tu desierto, el agua que te refresque de la dura travesía, la estrella sobre la que poses tu vista para olvidarte de todo, tu compañía en la tormenta, tu alivio de luto. Iré delante de ti, abriendo paso cuando lo necesites, o a tu lado para que te puedas apoyar tanto como precises, o detrás de ti, en silencio, si así lo prefieres. Seré aquello que necesites, cuando lo necesites.
La travesía es larga y es dura, pero cada paso que das es una distancia menos que te separa del final. Fija los ojos allí, en el extremo del puente al que quieres llegar, no dejes que nada distraiga tu caminar. Puede ser que al final la empresa te resulte casi imposible, el cansancio acumulado hará mella en tu ánimo, notaras que te faltan fuerzas. No caigas en la tentación de apoyarte en la barandilla y esperar como si ya hubieras llegado. Mira hacia atrás, contempla todo lo que has recorrido ya, todo lo que has luchado, todo lo que has vencido, las puertas que has cerrado y los demonios a los que ya has ganado. No hay retorno, solo quedar seguir hacia delante. Apoyate en mi, agarra tu bastón con mas fuerza si lo necesitas y continua la marcha que te has propuesto.
Unos cuantos pasos más… solo unos pocos mas, y habrás cruzado el puente, habrás llegado a su final, a tu meta. Será el momento en el que puedas ya por fin, relajado, seguro, feliz, bañarte en las dulces aguas del río sin miedo a ahogarte, será el momento en que ya no necesites apoyos porque podrás caminar solo, el momento en el que te adentraras en el bosque ansioso por descubrir sus maravillas.
Apoyaras el bastón en el puente para comprobar tu recién estrenada fortaleza y comenzaras un nuevo bagaje, ya sin bastón, que quedara allí, apoyado, testigo mudo de una historia de coraje. Quedará allí, con tu imagen grabada en la retina y en la memoria, inútil ya en su función, pero sabiendo que fue importante.
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